La autoestima es el conocimiento que tenemos de nosotros mismos, es
decir, la aceptación de nuestros potenciales y debilidades, aquello de lo
que somos capaces hacer de acuerdo con nuestra humana condición.
Significa, por tanto, la posibilidad de aceptarnos tal y como somos, con
nuestras virtudes y defectos.
Se habla hoy en día de alta y baja autoestima. La persona con alta
autoestima, al aceptarse como es busca siempre el bien de sí misma, por
el contrario, la que tiene baja autoestima, al no aceptarse con sus propios
potenciales y limitaciones, tiende a la depresión, a la desmoralización
y, en algunos casos, al suicidio. En pocas palabras, no busca su propia
realización, sino lo contrario, su autodestrucción.
De lo anterior se desprende que la persona que tiene una buena autoestima
es la que experimenta el amor propio, esto
es, la aceptación de su propia naturaleza humana,
y por lo mismo, lucha por conseguir su realización.
Lo contrario sucede con la persona que presenta
una baja o nula autoestima.
A decir verdad, la primera persona con la que
de hecho nos relacionamos somos, evidentemente,
nosotros mismos, y esta relación es la que da lugar
precisamente al amor propio.
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